miércoles, 26 de marzo de 2008

¿Anclado en la isla?




Obra del artista cubano Michel Blázquez.








“No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles.
Y en los mismos barrios te harás viejo;
y entre las mismas paredes irás encaneciendo.
Siempre llegarás a esta ciudad”.

C. P. Cavafis


Siempre llegaré a esta ciudad de espalda al río
con alfileres en el corazón y navajazos en los bolsillos
escuchando canciones que me recuerdan los escasos zapatos que tuve
y aquel pantalón de colegio azul – como la isla - que mi madre
lavaba en las noches y colocaba detrás del refrigerador para planchar
a la mañana.
La vida ya no es como antes,
mi placard se ha llenado de camisas de todos los colores
las que siempre quise tener y sin embargo tienen poco uso,
decenas de pantalones se doblan indiferentes
entre mis perchas de la abundancia,
pero persiste una rara incertidumbre de que mi piel ya no es mía,
me sigue confundiendo esa sobresalto de querer llenar
todos los vacíos del alma,
como si la existencia estuviera ceñida a abarrotar ausencias materiales.
Me siento solo sin parque en un banco de barrio con faroles rotos
y vuelvo a montarme en el cachumbambé de tablas carcomidas y hierro oxidado,
intento atestar nuevamente esa maleta de madera verde mambí
que hizo mi padre,
apodada “el botiquín” por mis compañeros de clase,
pero ya no me avergüenzan tanto los motes y las risas contagiosas.
Una extraña mezcla de sabores y olores ya no vienen
de la cocina de mi madre no tuve posibilidad de llegar a su entierro
se despidió en la reja de casa y nunca más quiso abrir sus ojos/
tampoco conozco la tumba donde sosiega su cuerpo,
y no he podido llevarle aún un ramo de flores amarillas/
sus rosas se ponen a miles de kilómetros de donde descansa
desventajas de vivir en una isla sitiada.
Mientras los vaticinios viajan entre las líneas del horizonte
mi hermana sigue poniendo sus vasos de agua con cascarilla
para ahuyentar los malos ojos y reza todas las noches pidiendo salud
y la prosperidad que no llega.
Trato de inventar palabras pero sigo anclado en ese pedazo de tierra
colorada con un extraño olor a asfalto calcinado
y me resisto culturalmente a localismos y voces que me suenan ajenas,
aunque ya tengo otra ciudadanía.
Mañana seré otro mapa otra calle otros rasgos vagaré por otra ciudad
cual tórrida siesta provinciana de la que no quiero despertar,
saldrá el sol tímido desde este culo del mundo y me descubriré sentado
en la otra vereda donde miraba pasar a los apátridas
para, entonces, todo me será groseramente indiferente
como las encrucijadas de los caminos que se bifurcan
y ya no conducen a tierra firme.



Juan Carlos Rivera Quintana
7 de diciembre 06.

martes, 25 de marzo de 2008

Equilibrista






Obra de la pintora cubana, Zaida del Río.











A Eliseo Diego, el Maestro.

El rincón del camino se hace piel
en las pupilas del payaso,
quien aprendió a sentir un profundo rencor
por cada aplauso inmerecido de la carpa,
pero continúa durmiendo con los ojos bien abiertos
por temor al rechazo público.
Ese rincón se transforma en abrigo
sobre las espaldas del mago,
olvida sus últimos trucos frente a las luces,
anuncia conejos por palomas negras
sin ruborizarse ante la mentira inocente.
Una varita mágica puede hacerse muro impenetrable
ante los ojos del domador,
perdió la cabeza por impaciente y aún sus leones
le ayudan a buscarla....¿Fraternidad en la desgracia?
El rincón se hace caminos en las manos y los pies
del equilibrista,
quien no teme a los saltos mortales sin mallas salvavidas,
y sienta lástima por los que rinden culto a la rutina,
como si la vida no fuera caminar perennemente por
una cuerda floja.

lunes, 17 de marzo de 2008

Como el avestruz






Obra de la pintora cubana Zaida del Rìo





Entonces recogí tu voz equivocada
y la saqué de mis bolsillos hecho jirones,
"los pactos de amor son como artimañas de
suicidas", recuerdo que dijiste.
Yo sólo atiné a dar
el gran portazo y echarme agua sobre la cara.
Lo que pasa es que ya nadie quiere hacer de oveja.
pues de lobos estamos extraviados, recuerdo que pensé
y me puse mi máscara diluviana para comenzar de nuevo.
Si viniera de nuevo por ti elegiría una calle menos
solitaria
donde perderme, y quizás otro balcón sin grandes lunas
y una música más ruidosa para no mirarte a los ojos.
Hemos compartido tantos sinsabores que empiezo a temerle
a la indiferencia.
aburrido de tanto golpe bajo y ventanas donde algunos
se asoman a ovillar su calma.
Dios es un mentiroso con clavos en las manos
y postales de colores para engatuzar a los traidores,
mientras yo comienzo a remar a favor de la corriente,
ya no me ato a puerto alguno (nunca lo hice).
Perdóname, empiezo a darle la razón a aquel orate que
predijo que "el recuerdo sigue siendo un avestruz inteligente.
aunque guste meter la cabeza en el olvido".

Relámpago de viajeros






Obra del pintor cubano Roberto Fabelo.










Isla ya no quiere historias largas
ni sillones en la sala ni esperas
en las ventanas,
a la entrada de la casa rompió todo sus
relojes
trágica evasión para ser otra
disociación patológica,
relámpago de viajero
beldad de largos corredores y cortinas rojas
espectro de cartas que no llegan
de mensajes de texto que reclaman un traspiés
donde asesinar su alma.
Ella se estravió en el laberinto
de un viejo mapa cartográfico,
y sólo percibió la estampida del avión
el bolero suave/ la mirada codiciosa
delante de los cristales.
Después todo se fue apagando
reclamò lo necesario
oscureciò su rouge
y marchò callada.

lunes, 3 de marzo de 2008

Sonrisa de ángel








Obra del pintor cubano, Roberto Fabelo.










Vengo de sabotear mi corazón frente a un espejo, apostando
que sólo cuatro puntos cardinales y un pedazo de mar no
son alimentos para la sobrevivencia. Vengo de lanzar la
primera piedra contra lo inalterable del mundo; a fin de
cuentas ya se cerraron los armarios y el bote perdió los
remos. ¿Qué puedo hacer para remendar las almas que revientan
sin maternidades ni sollozos? El arte de multiplicar la yerbabuena
no es oficio exclusivo de poetas, si la vida escapa por los
resquicios del jardín cuando menos se piensa. Nada podría
hacer con los remordimientos guardados en los pulmones, si
jamás te pediría una sonrisa que pudiera parecer artificial-
mente construida. He saboreado palabras que nunca buscarán
asilo ni el fondo de tu aliento. No sé porqué siempre presumo
que las fábulas me pondrán los pelos de punta, y terminaré
bajo un relámpago con una esperanza posada sobre el pecho
y cierta sonrisa de ángel solitario, para mi pesar.

Mentiras y transmutaciones





Obra del pintor cubano, Pepe Franco.






"Los médicos ignoran lo que todos saben"
y dejan clavada su alma en las aceras
sin importarles que otros corazones huelan
a escaramuzas y a magnolias secas.
En la esquina de un parque lanzan sus bostezos
y dan vueltas sobre sus camas repletas de cristales,
nada más vale para ellos que un innecesario espejo
dónde distraer sus corazonadas y sentirse henchidos
de remordimientos.
A veces, cuando no sale la luna, saben lo que todos
ignoran,
por ese sexto sentido para las mentiras
y las transmutaciones:
son tan sensibles que no pueden percibir el olor
putrefacto de esta ciudad que viertes sus aguas
sobre un río rojizo sin fondo ni camalotes.
Todos ignoran lo que ellos ya no saben o no quieren saber,
desorientados entre tantos libros y esquemas
que descubren únicamente las interioridades
del cuerpo insano y algunas tablas alquímicas de la existencia,
pero y del espíritu qué, ¿dónde encontrar la pócima milagrera
que nos salve sin rencores ni tristezas?

Eterno gozo






Obra de la pintora española, Remedios Varó.










"Todos nos confundimos,
perdemos muchas batallas antes de notar
que los caminos por donde debíamos volver,
ya no sirven para los regresos (...)".

"Etapas, de Elsa Claro.



Aquí está el barro,
descubriendo imágenes de malas aventuras,
nacido de las torpezas de la roca,
no busca sus antepasados,
en la mejor de las oportunidades, la arena puede
teñirse de polvo
y cambiar las estaciones.
Aquí está la hierba,
despide olores de muchacha en celo,
aprendió a sobrevivir a pesar de los malos tratos
y las cortadoras eléctricas,
pugna por inundarlo todo,
la terquedad la inmortaliza.
Aquí está el agua
tatuando las rocas y descubriendo huellas,
como eterna fuente de lo pulcro no se cansa,
lleva en su gozo el espíritu contradictorio
de la razón,
no le basta con correr y puede transformarse
en infierno.
Aquí está el eco,
incauto viajero de la inocencia,
desfigura el trinar de los molinos.
Cuántas palabras arrancaste a los vivos
por el sólo deseo de escucharte a ti mismo.
Aquí están barro,hierba,agua,eco,
perdidos en la orgía de la sacrosanta vida
sin más voluntades que sus propios caminos inciertos.

domingo, 2 de marzo de 2008

Echamos la suerte



Obra de la artista argentina, Andrea Conde.




"descansa, tiéndete sobre mí que soy tu espalda".
Raiza White.



Quizás tuvimos los mismos juguetes
y los rompimos el mismo día de la espera
buscando tuercas y cuerdas que nunca aparecieron,
mientras el ángel vigilaba nuestra siesta,
y la madre ponía sus pezones sobre la carne enamorada
para saciar nuestras lenguas.
Una enagua tapó las nubes cuando descubrimos que
masturbarse
era un placer de manos salpicadas por los truenos
de las puertas, vuelo impalpable sobre el que gravitan
las ausencias.
Después supimos que los silencios bordados entre los
bancos del parque
hacen del firmamento el presagio de un papalote
en círculo vicioso,
pues nadie quiere tender su corazón con alfileres.
Tengo miedo de tu mirada y de esta comunión que ya
rebasa las veinticuatro horas de mi suerte y me hechiza
esa mano recorriendo lo que por rubor no digo.
Nunca desmayes, corazón, y sigue llevando un girasol
sobre tu pecho,
pero cuida de las enredaderas y los laureles que te crecen
entre las axilas de la espalda,
el escriba recién comienza a podar los retoños
que le han nacido a esta promisoria cosecha.